Martinica, la
isla de las flores.
Madras, fular,
sombrero de bakua, « blaff » de pescado o morcilla criolla, déjense
llevar por el encanto de aquella isla mestiza donde contrasta con el norte
rico, volcánico, florecido dentro de la lozanía de la vegetación, el sur
perezoso de las playas de ensueño. Por todas partes, en un mismo aroma de ron,
los cañaverales, hasta pérdida de vista, ondulan bajo la caricia de un viento
tibio .
A Martinica se
asocian imágenes familiares y contrastadas : la modesta casa de Joséphine
de Beauharnais, la conmevedora visión de las ruinas de San Pedro y la silueta
hierática del peñón del Diamante, disputado en otros tiempos a la flota inglesa
por el control del mar Caribe.
El desarollo
turístico no turbió nada del encanto de estos cantones recoletos en los que
todavía llaman gomeros los barcos de vela, donde aún saben las abuelas preparar
buñuelos de corojo, donde cortan artísticamente las rodajas de piña servidas
con el « ti ponche ».
En esta Martinica
secreta existen lugares de memoria extraordinarios : la iglesia de Case
Pilote cuyos mosaicos fueron realizados con escombros de vajilla quemada
durante la erupción de la Montaña Pelada ; el pueblecito del Morne Vert
escondido al pie de los Pitons del Carbet ; estos antiguos ingenios de la
ensenada Latouche ; los senderos de la Huella del Norte que uno recorre
siguiendo el vuelo de los colibríes.
Informes
prácticos.
Requisitos para
los naturales franceses : el carnet de identidad en curso de validez
obligatoriamente. Para los demás : el pasaporte visado.
Moneda : el euro.
Hora : Entre
París y Fort-de-France hay 5 horas de diferencia en invierno y 6 horas en
verano : a las 12 en París corresponden las 6 de la mañana en Martinica.
Clima :
disfruta la isla de un clima tropical con temperaturas que oscilan entre los 24
y 28 grados a lo largo del año. La temporada de lluvias transcurre de julio a
octubre sin que por eso el sol cese sus largas y hermosas apariciones.
Viaje : tarda el vuelo desde Europa entre 8 y 9 horas. (
Traduction effectuée par Maryse, une aimable Martiniquaise que nous remercions
) |